Un pirulo que piantó
-¡Largá, que me despeinás el jopo! -grité indignado, sintiendo cómo la gomina me chorreaba por la azotea.
Pero, nada. Aquel malvado seguía sacudiéndome como si estuviera limpiando el Clarín enchastrado con yerba, antes de ponerlo en el clavo. O sacudiendo el mantel en la ventana para tirar las migas del almuerzo, que es mucho peor por las corrientes de aire y las puteadas del 4º "B". Más que nada cuando entre las migas también va un corcho o un sifón de soda, accidente que el consorcio no te perdona aunque llevés facturas para la sobremesa.
-¡Largá, que me despeinás el jopo, te dije!- volví a gritarle furioso a mi atacante.
Pero el loco seguía meta y ponga zarandearme, mientras la imagen del espejo se cantaba de la risa.
Fragmento del texto "Un pirulo que piantó" Por: John Argerich. Publicado en la serie quincenal El Amasijo.
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