Roberto Gonzalez Rivero. Voz y cara de la lotería, Riverito, el hombre que musicalizó los números y se inventó un personaje para la TV, acaba de cumplir 50 años de locutor.
Usted es la voz y la cara de la lotería, de la quiniela, del Loto... Algo así como el vocero de la timba en el país.Es cierto. Y en esa imagen hay cosas buenas y malas. Es bueno porque me identifican con una tarea determinada, lo que no deja de ser un logro. El eje de mi labor es la perseverancia, y este reconocimiento popular es un premio, lo que no está nada mal teniendo en cuenta que me muevo en el terreno de la lotería. Lo malo es que alguna gente cree que uno tiene un oooocho en la cabeza y que solamente piensa en el juego o los números. Sin embargo, a mí me interesa muchísimo la política y todo lo que pasa en el país y en el mundo. Me atrae la realidad cotidiana.¿No es posible revertir ese criterio?No se puede! Definitivamente me asocian con el juego... Pero no quiero ni debo ser desagradecido. Acepto esta situación.Acaba de cumplir cincuenta años con la locución. ¿Cómo empezó su historia?Arranqué en abril de 1949, antes de que abriera sus puertas el Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica. Qué curioso, en aquel entonces no había escuela de locutores! Soy anterior al ISER, que se fundó en el 51. En mi época se sacaba un permiso radial y se podía optar por la locución o la actuación. Debuté en Radio Callao, que fue la última emisora que expropió Perón, y trabajé del 54 al 56 en el informativo de Belgrano. Luego recalé en Radio del Pueblo, donde llegué a colaborar con Juan Carlos Chiappe en sus inolvidables radioteatros. El diminutivo de Riverito me lo puso Chiappe, un cálido apodo que todavía me acompaña.¿En qué momento comenzó La danza de la fortuna, su marca de fábrica profesional?En un principio eran flashes dedicados a la lotería, y a partir de 1968 se convirtieron en un programa periodístico ómnibus de cinco horas de duración. Transmitíamos de 12 a 17 por Del Pueblo, que en esos días se llamaba Radio América. En La danza... había música, notas desde exteriores, crítica de espectáculos y, claro, la información referida al juego.¿Qué espacio ocupa la TV en su carrera?Un lugar asimismo valioso. En 1957 abordé la locución televisiva secundado por mi esposa, Elda Moreno, y nunca más paré. Ahora soy el locutor de la Lotería Nacional, estoy en ATC con el Loto, en canales de cable y en Crónica Televisión. En radio despunto diariamente el vicio por Splendid, en la tarde y en la noche.El asunto de remarcar el 8, como eso de engominarse el rulo, ¿fue parte de un cambio de estilo necesario?Sentí que me estaba desgastando el tedio y quise inyectarles música a los números. Exageré el 8, el 6, el 3, buscando una renovación. Inventé un personaje: el locutor formal que fui siempre se transformó en este locutor que no tiene nada que ver con el de otras etapas. El rulo, al que le pongo spray, es simplemente el resto de un viejo jopo. Ahora que no tengo pelo, el rulo ayuda a que la bocha no esté tan lisa.Hablando de los tiempos en que tenía jopo, ¿suele recordar el pasado?Me acuerdo del barrio de Almagro, en el que nací el 13 de mayo de 1932; de la casa de inquilinato en la que viví; de los refranes y los consejos de mi vieja, que era casi analfabeta pero sabia; del colegio Balcarce, en el que estudié. Me acuerdo también de que a los 15 años tenía únicamente un saco y un pantalón, y que de pronto pude comprarme tres trajes a la vez con la comisión que obtuve como representante ocasional de Hebe Bedrune, la mujer tango.Hoy por hoy, ¿tiene sueños incumplidos?Sí. Me gustaría conducir un programa que se titule Arreglemos el mundo, en el que pueda darle una mano a la gente. De momento es apenas un deseo. Pero déjeme decirle una cosa linda! Estando en Radio Splendid, un periodista me llamó vendedor de ilusiones, una definición que me resultó muy grata. A través del juego, o de lo que sea, no debe haber nada más hermoso que vender ilusiones, aunque sea por un ratito.
texto: por Rafael Granado ©1999 Diario Clarín
imágenes y stenciles: por Jopo de Gomina
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