A los pelados les cuesta encontrar pega

Investigadores visualizan una arista de discriminación laboral Estudio alemán dice que empleadores prefieren a los hombres de abundante cabellera. En Chile no hay denuncias, pero eso no significa que no ocurra. 

 La lógica no falla: al hombre que comienza a escasearle el pelo inmediatamente lo llaman Pelao. De puro cariño, dicen. El detalle es que, por el contrario, la calvicie parece no ser una característica apreciada por los empleadores. Así al menos lo consigna un estudio realizado en Alemania por expertos del Instituto de Investigación de Salud entre 98 gerentes de industrias de servicios, quienes examinaron los currículos y fotos de 588 postulantes ficticios a trabajos, para que dijeran a quiénes llamarían a un entrevista. La pillería es que no sabían que la que se estaba controlando era la variable “pelo”. El resultado: 41 por ciento de los dueños de abundantes cabelleras fueron llamados y sólo el 27 por ciento de los calvos o semicalvos. El pelo -o su escasez- no fue mencionado por ninguno de los gerentes, pero a los investigadores les quedó claro que es un factor que puede influir negativamente. Calvo a la deriva Independiente de las tallas de los amigos y de lo atractiva -o no- que la calva pueda resultar para las mujeres, la caída del cabello puede, también, afectar la autoestima de los hombres. Es lo que le sucedió a Guillermo Cataldo, de 33 años, quien tuvo una alopecia por causas nerviosas que repercutió en sus posibilidades de salir de la cesantía. “No me sentía bien con mi apariencia, y me complicaba a la hora de ir a pedir un trabajo. El tiempo pasaba y cada vez me ponía más nervioso y más se me caía el pelo”, recuerda este padre de familia, quien finalmente optó por el trabajo independiente. Diego Olivares, vicepresidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), afirma que el hecho de que el organismo no haya recibido denuncias concretas de discriminación por calvicie, eso no significa que no existan. Afortunadamente, dice, existe un convenio de la Declaración de Principios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que prohíbe la discriminación en el empleo y eso es recogido por la actual legislación chilena. Pero la discriminación se da igual, enfatiza, “en muchos ámbitos profesionales, incluso en el sector servicios, donde el tema de la buena presencia está siendo calificado para decidir si se contrata a un empleado o no”. La doctora Pilar Bofill, dermatóloga del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, acota que la calvicie es una causa frecuente de consulta. Los motivos van desde una preocupación por saber a qué se debe y a si va a seguir, hasta un problema de autoimagen. “No es un tema que se hable oficialmente de que discriminen a uno y otro por eso. Pero yo creo que a la larga también influye”, afirma. Causas y tratamientos La calvicie más común es la alopecía androgenética, que tiene dos causas fundamentales: la herencia y el actuar de los andrógenos u hormonas masculinas. Afecta principalmente a los hombres. Sin embargo, la caída del cabello también puede tener otras causas, como el estrés emocional, los estados nutricionales afectados, las enfermedades febriles, el uso de determinados medicamentos y las enfermedades sistémicas. Los tratamientos varían. Históricamente se ha recurrido a champús, lociones y ciertos medicamentos. Lo último que apareció, hace tres años, fue el fenasteride, destinado específicamente a hombres con alopecía androgenética. “No hay un tratamiento oficial aceptado para las mujeres”, advierte la doctora Bofill. La última alternativa, cuando nada más da resultado, son los implantes. Julio Martínez les da ánimo A Julio Martínez, periodista y comentarista deportivo por excelencia, el pelo se le cayó de repente, en poco años. Él es, claramente, una muestra de que los investigadores alemanes podrían estar equivocados. “Pero cuando yo comencé a trabajar tenía pelo, y mucho. Me peinaba a la gomina y tenía jopo”, recalca. No sabe la causas, “pero para mí no ha sido inconveniente ninguno y jamás hice nada por revertirlo. Jamás traté de usar ni peluquín ni injertos. Me conformé con mi calvicie”. Problemas, ninguno. Ni laborales -”usted ve que trabajo en televisión hasta hoy”- ni personales, pues “lo tomé como una ley de la vida”, según cuenta. Texto por Andrea Bostelmann. Publicado por el periódico "Las últimas Noticias".

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